—¿De veras?
Revisé mis recuerdos de la sesión anterior. Estaba absolutamente convencido
de que no habíamos hablado de ese tema.
—Sí, como también empecé a estarlo yo en cuanto me pregunté cómo salir
de allí.
—¿Cómo? —pregunté, realmente perdido.
—Piénselo. Mientras estaba allí, lamentándome por mi forma de actuar
respecto de mi esposa, mi hijo y mis colaboradores, ¿qué eran ellos para mí?
En ese preciso momento, ¿los veía como personas o como objetos?
—En ese momento eran personas para usted —contesté, con el tono de voz
bajo, perdido en mis propios pensamientos.
—En efecto. Habían desaparecido mi culpabilización, resentimiento e
indiferencia. Los veía como lo que eran, y lamentaba haberlos tratado como
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menos de lo que eran. Así que, en ese momento, ¿dónde estaba yo?
—Estaba fuera de la caja —contesté, casi como en un trance, tratando de
localizar qué había hecho posible el cambio.
Me sentía como si fuera un espectador de un espectáculo de magia que ve
salir el conejo de la chistera, pero no tiene ni la menor idea de cómo fue a
parar allí.
—Exactamente. En el momento en que sentí el intenso deseo de estar fuera
de la caja, ya lo estaba y me acercaba a ellos, porque sentir ese deseo ya es
estar fuera de la caja y acercarme a ellos.
»Y lo mismo cabría decir de usted —siguió diciendo—. Piense en lo que
sucedió anoche con su familia. ¿Qué fueron para usted anoche? ¿Los veía
como personas o como objetos?
—Eran personas —contesté, extrañado por el descubrimiento.
—De modo que si anoche estuvo fuera de la caja —dijo Lou—, es porque ya
sabe cómo salir de ella.
—Pero es que no lo sé —protesté—. No tengo ni idea de cómo ocurrió. En
realidad, anoche ni siquiera supe que estaba fuera de la caja hasta que usted
mismo me lo señaló. No sabría decirle cómo salí.
—Claro que puede, porque ya lo ha hecho.
—¿Qué quiere decir? —pregunté, perplejo. —Nos ha hablado de lo que
ocurrió ayer, tanto durante el día como por la noche, de cómo regresó a su
casa y pasó la velada con su familia. Esa anécdota nos enseña cómo podemos
salir de la caja.
—Pero eso es precisamente lo que quiero decir, que no sé cómo.
—Lo que yo le aseguro es que sí lo sabe. Lo que sucede es que no se da
cuenta, pero ya lo hará.
Eso, al menos, me tranquilizó un poco, aunque no mucho.
—Mire —siguió diciendo Lou—, la pregunta «¿Cómo puedo salir de la
caja?» se compone en realidad de dos preguntas. La primera es: «¿Cómo
salgo?», y la segunda es: «¿Cómo permanezco fuera una vez que he salido?».
Creo que la pregunta que realmente le preocupa es la segunda, cómo
permanecer fuera. Piénselo, y quiero resaltar esto de nuevo: cuando tiene el
sentimiento de que quiere estar fuera de la caja por alguien, en ese preciso
momento, ya lo está. Siente de ese modo porque ve a ese alguien como una
persona, y al sentir así por esa persona, ya está fuera de la caja. Así pues, en
ese preciso momento, como el momento por el que pasa ahora y el de anoche
con su familia, en el que veía y sentía con claridad y deseaba estar fuera de la
caja por otros, lo que en realidad se pregunta es: «¿Qué puedo hacer para
permanecer fuera de la caja y acercarme a ellos? ¿Que puedo hacer para
mantener el cambio que experimento ahora?». Esa es la verdadera pregunta
que debe hacerse. Y una vez que está fuera de la caja, para permanecer fuera
de ella y, sobre todo, para nuestros propósitos, aquí, en el trabajo, se pueden
hacer unas cuantas cosas muy específicas.
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Mientras Lou hablaba, empecé a comprender lo que quería decir.
—Está bien. Comprendo que al sentir el deseo de estar fuera de la caja por
alguien, en ese momento lo veo como una persona, y que al experimentar ese
sentimiento ya estoy fuera de la caja con respecto a esa persona. Lo entiendo.
Y también comprendo que, una vez fuera de la caja, la cuestión que se me
plantea es cómo permanecer fuera, y está claro que eso es algo que también
quiero entender bien, sobre todo por lo que se aplica al trabajo. Pero sigo
devanándome los sesos para saber cómo salgo de la caja, cómo desapareció
de repente el resentimiento que antes experimentaba hacia Laura y Todd.
Quizá lo de anoche no fue más que un poco de suerte, pero, cuando no tenga
tanta suerte, me gustaría saber cómo salir.
—Está bien —dijo Lou, levantándose—. Me parece justo. Haré todo lo que
pueda, con ayuda de Bud> para explicarle cómo se sale de la caja.